Increíble como una simple brisa de verano golpeo mi rostro, y de alguna extraña y casi mágica manera, sin molestia alguna por tal osadía, sentí el culpable placer y lo majestuoso de su esencia . Incomparable con su invernal hermano, que incrusta de maneta brutal sus gélidas garras. Familia disímil esta, una libera y la otra oprime, más ambas carecen de sentimiento en su poderosa acción.
Hoy sin duda, prefiero mi brisa de verano. Pero no dejo de pensar, en que tan similares somos a la de invierno a momentos, con la única diferencia de la intencionalidad y sentimiento definidos.
-Gonza