Ya era evidente a simple vista, que el amor se había disipado con el correr del tiempo, como si de una pequeña grita inicial, hubiera filtrado de a gotas, y luego como un brote súbito de manantial, todos los momentos felices vividos, ya casi difusos a esta altura.
Habían sido tiempos alegres, de cómplices y sueños en común. Pero en algún momento, las experiencias pasadas y nuevas formas de ver las cosas van levantando sigilosamente muros invisibles y ásperos, que desgastan de manera violenta cada nueva ola de esperanza.
Imposible, reparar una grieta que por pequeña es dejada a su suerte y al percatarnos ya es tarde, porque ha generado nuevas fisuras, y vías de drenar lo casi inexistente del todo inicial. El daño causado es irreversible, y aunque con el tiempo se busque disimular su impacto, siempre estará latente en nuestra memoria, aquella pequeña grieta irrelevante, que fue el inicio agraz del fin de una hermosa historia.
–Gonza